“Cuando elegí ser Evita sé que elegí el camino de
mi pueblo. Ahora, a cuatro años de aquella elección, me resulta fácil demostrar
que efectivamente fue así. Nadie sino el pueblo me llama Evita. Solamente aprendieron a
llamarme así los descamisados.
Los hombres de gobierno, los dirigentes políticos, los embajadores, los hombres
de empresa, profesionales, intelectuales, etc., que me visitan suelen llamarme Señora; y algunos incluso me dicen
públicamente Excelentísima o
Dignísima Señora y aún, a veces, Señora Presidenta. Ellos no ven en mí más que a Eva Perón”.
Evita.
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