Con
palabras del compañero Salvador Allende, dichas el 14 de octubre de 1972,
comenzamos a honrar su memoria, legado y lucha.
De
ellas podemos observar el luctuoso y despiadado poder de las corporaciones en
los procesos democráticos en nuestra amada América Latina, las compartimos para
reflexionar, a punto de cumplirse los 40 años del golpe que inició una
sangrienta dictadura cívico militar en Chile.
JP
Evita Lomas de Zamora. Prensa.
“Fíjense ustedes, que
la SIP -y ustedes saben muy bien lo que es la SIP- no se atreve a decir que en
este- país no hay libertad de prensa ¡porque ya sería el colmo!
¿No hay democracia?
Este hecho de que estamos juntos demuestra que esta es una auténtica
democracia. Nunca he dejado de recibir a ningún trabajador, aunque no piensen
como nosotros. Me interesa mucho más recibir a los chilenos que no piensan como
nosotros. Y ojalá tuviera tiempo para estar dos horas conversando o discutiendo
con ustedes. Porque estoy seguro que muchos tendrían un criterio distinto si
apreciaran los antecedentes que a veces les falta.
Y yo pongo por
ejemplo, compañeros, el caso de la Papelera: en este país hay más convulsión
por la Papelera que por lo que pasa internacionalmente con el cobre. En este
país se ha reaccionado menos que lo que se ha reaccionado en otros países. Lo
que han hecho los obreros franceses en el puerto de Le Havre, a favor nuestro.
Es la demostración más evidente de lo que yo les estoy diciendo. Eso es lo que
representa una solidaridad internacional de la clase obrera. Y, además, el
hecho en sí mismo del embargo, no de un millón 300 mil dólares, el principio de
un embargo que significa, compañeros, cerrar las posibilidades absolutas de
créditos de Chile, no promueva, no crea una conciencia, ni se expresa en una
opinión nacional generalizada.
El comercio cierra
hace 20 días, o hace un mes, porque se dijo que había muerto, asesinado por
carabineros, un comerciante en Magallanes. Un hombre a quien yo conocía, que
tenía una hemiplejía, o sea, que había tenido accidentes vasculares, dos
infartos, y que murió de un infarto. Y a pesar de que la autopsia la hizo el
médico legista que concurrió -lo que no debiera haber aceptado jamás un médico-
concurrieron médicos políticos a ver la autopsia yo funcionario o médico
legista no acepto, porque el trabajo de profesional no puede estar sometido al
control de médicos políticos.
Fueron siete médicos
y se llegó a la conclusión de que había muerto de un infarto; y punto. Sin
embargo, se paró el comercio de Santiago y de todo Chile.”
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